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"Guerra Fría"

  • Foto del escritor: WMO
    WMO
  • 22 feb 2019
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 17 may 2019

Dos amantes conversan en el campo. Se confiesan y discuten. El primer indicio de su tormentosa relación. Él se levanta y se va. Ella le grita y salta al río. Comienza a cantar. Él se voltea y la observa. Ambos lo saben: están enamorados.


El director Pawel Pawlikowski (ganador del Oscar por Ida) busca en las entrañas de su familia la semilla que cultivará su nuevo fruto: Guerra Fría (Zimna Wojna), su más reciente producción, está inspirada libremente en la historia de sus padres, centrando la trama en una tormentosa Europa desgarrada y dividida en la década de 1950. Es en Polonia donde encontramos a los protagonistas, Wiktor (Tomasz Kot) y Zula (Joanna Kulig).


Wiktor es parte de un grupo de músicos recorriendo zonas rurales del país en busca de recolectar canciones populares. Es aquí cuando su camino se topa con el de Zula, que audiciona para el conjunto de música regional que él dirige. Desde su primera interacción se puede notar el amplio contraste entre ambos: ella es joven y de vida en el campo, él presenta un marcado paso de los años y una vida urbanizada.



Su historia se ve siempre marcada por una canción: Dwa Serduzska (Dos Corazones), que sirve como presagio de lo que su historia sería: dos corazones y cuatro ojos destinados a siempre intentar estar juntos, independientemente de si pueden o deben hacerlo. Es precisamente esta canción la piedra angular que se presenta en distintos puntos del filme para significar cambios en el tiempo y el espacio, así como en los personajes.


Establecida la división política que da nombre a la cinta, el oriente comunista contra el occidente capitalista, ambos se ven envueltos en una jaula que vuelve de su arte una máquina de propaganda, y ahora ellos deben buscar salir de ella juntos y huir a donde su amor pueda ser tan libre como su música.


La relación de Wiktor y Zula es unida por la cultura de su mundo, pero al mismo tiempo se ve moldeada no sólo por sus contrastes personales, sino también por su contexto político y social. Es la suma de todos estos elementos la que da como resultado un complicado romance que se verá afectado por circunstancias internas y externas a ellos.



La cinta no busca o aparenta ser una simple historia de amor, es una historia del sacrificio, la búsqueda, la perdida, la evolución y las consecuencias del amor, cómo nos transforma y esclaviza, nos agarra y nos pone a su merced. Tal vez sería más adecuado decir entonces que estamos ante una película que nos hace cuestionarnos sobre lo que es el amor y qué hace que valga la pena.


Pawlikowski retrata aquí una variedad de compases emocionales que van de lo frívolo y distante a lo cálido y romántico, todo con una sutileza que permite sumergir al espectador en un mundo externo para hacerlo suyo, y para esto contó con el talento de sus dos protagonistas, ambos imprimiendo las gamas necesarias para dividir a sus personajes en las capas suficientes, Kulig brillando con mayor intensidad y variaciones ante un Kot más contenido, pero igualmente emocional.


El filme se permite reflejar y transformar en la pantalla a través de una fotografía monocromática de suma belleza realizada por Lukasz Zal, que no teme en variar entre los extremos en la exposición y juega con altos contrastes de luz y sombra entre los grises, combinando esto con un inteligente uso de profundidad de campo y movimientos de cámara. Permite que el entorno sea un personaje más empequeñeciendo a los personajes en ocasiones ante la vastedad de los espacios envolviéndose en su época, todo siempre funcionando de acuerdo a la historia. Cada decisión fue acertada.


Guerra Fría es una historia de dos corazones y cuatro ojos danzando por los años entre los blancos y los negros de su grisácea relación, necesitándose, suplicándose el anhelo de su amor, uno tambaleante y quebrantable, manchado y salpicado por un mundo que impedía su florecer. Un amor honesto y crudo, cambiante y sofocante, destructivo y simbiótico, pero siempre e invariablemente, amor.


Calificación: 10/10.


Por: Brandon Camacho.


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